Es una exposición de narices y de olores. Narices en un ataúd, en una huevera y en un maletín. Hechas con papel maché, madera, latas, cintas métricas, señales de tráfico. Narices que brotan de los dedos, de una fuente, de un cerebro, de una flor. Son las narices que perciben los olores de Barcelona. Siete aromas para siete zonas. Esencias de cedro y de incienso, de mar y de piel. El creador de las narices y los olores es Nasevo. La exposición se inauguró ayer en la Fundació Setba, donde estará hasta el 31 de mayo del 2014.
Nasevo es Ernesto Ventós Omedes. «El hombre nariz», como él mismo se define. De ahí el acrónimo artístico: nas (nariz en catalán) y las iniciales de su nombre oficial. El olfato es su obsesión. «Es el rey de los sentidos, pero también el más olvidado -se lamenta-. Conecta directamente con el cerebro y graba sus estímulos, los olores, en lo más profundo de nuestra memoria». Por eso toda su vida gira alrededor de la nariz. Como perfumista, que es su profesión, como coleccionista de arte y como creador. Quizás su discapacidad auditiva haya contribuido a desarrollar su potente memoria olfativa y haya alimentado esa pasión.
Como perfumista, trabaja en una empresa que diseña aromas para todo tipo de productos, desde un detergente a un yogur. Como amante del arte, hace casi 40 años que inició una prestigiosa colección que lleva un nombre cedido por Joan Brossa,Olor visual. Como Nasevo, el creador de narices, su trayectoria es más reciente.
Comenzó en el 2002 y en poco tiempo llenó su estudio de narices de medidas diversas, materiales múltiples, colores variados. Al principio eran grandes. Con los años, cada vez más pequeñas. «Ahora trabajo mucho con madera, que es un material noble y tiene olor», explica.
Sus narices se agrupan en siete grupos que corresponden a siete olores de la ciudad de Barcelona. Son aromas concentrados en unos pequeños botes que los visitantes pueden abrir y oler. Fragancia floral para la Barcelona del arte. Esencia de mar para la zona marítima. Cierto tufo a pescado para el mercado de la Boqueria. Olor a heno para la montaña. A incienso para el cementerio. A cedro para los Encants. A piel para los barrios de la ciudad.